Nacido en Molina de Segura (Murcia) en el año 1.958. Es autor de varios volúmenes de poesía, novela y relato. Es, además, editor y animador cultural, coordina habitualmente diferentes antologías de poesía y relato, tanto a nivel regional, como nacional.
LA VIDA ASESINADA
A Manuel Leal Manzanera
No era una noche apacible, el calor
convertía el sueño en una carga pesada.
Apenas una brisa, vergonzosa,
entre los visillos se movía, peleaba por atravesarlos
y entrar en el dormitorio.
El sueño jugaba con ella, dejándose mecer,
en un baile que hacía brotar perlas de sudor
en una frente ya por el tiempo marcada.
Entonces fue la llamada, tronó entonces,
llamó, y no quise atenderlo.
¡Su clamor era el grito de la tierra!
Quise acallarlo, pero su vibración atravesó la pared
como cuchillo cortando mantequilla; los cristales, como aire
hasta tronar en mis oídos.
Gigantesca campana del más alto campanario
¡Dios no me agració con la sordera! No quería, no.
No en ese momento, no quería cogerlo, no,
buscando el sueño, no a esa hora, inoportuna hora
que huye de la tarde oscura,
maldita tarde ribereña, maldito campo perdido
donde sólo tú podrías encontrarlo.
Era tanto el misterio doloroso que traía,
que entre sueños me aparté del objeto, y él seguía
ahogando con su llamada hasta la raíz del sueño.
No existe mayor campana que el grito
de millones de voces apagadas con pólvora,
clamando por la vida derramada
y, sin ser consciente, alargué el brazo
y descolgué.
Entonces supe.
No quise oírlo, pero Él me privó de la sordera.
Tronaron las palabras, tan dolorosas y pesadas,
que me arrancaron lágrimas escondidas,
aquellas que en ninguna vida deben derramarse.
Así fue, mi amigo,
mi hermano del alma
como conocí que jamás volvería a abrazarte.
Ya, amigo, ya nada es igual.
Nada es más triste que la propia realidad. Tu poema, Francisco Javier, desgarra y quema.