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Acoso escolar o bullying

Empujones repetidos, apodos despectivos, insultos cada vez que tiene que salir en la pizarra y muchas más acciones negativas. Hay muchas maneras de participar y experimentar la violencia entre compañeros en la escuela o la universidad, y muchas maneras de detenerla. Evitar que el bullying continúe es una responsabilidad compartida de la comunidad educativa, los padres y los compañeros.

La escuela siempre debe ser un espacio donde te sientas seguro. Sin embargo, para muchos niños la escuela se ha convertido en un foco de violencia, son sus propias víctimas y esta violencia la ejercen sus propios compañeros, es decir, el bullying. Algunos niños son maltratados física o psicológicamente por otros niños por diferentes motivos, a través de actitudes como la represión, la discriminación, la homofobia, la violencia sexual o el castigo corporal.

Como maestro o padre, es importante comprender a su hijo y responder a su personalidad cambiante. Observa a tu hijo o a tu alumno y presta especial atención a su comportamiento: ¿Se ve cansado, deprimido, triste, temeroso, irritable? Los cambios de humor suelen ser uno de los signos del acoso, como golpear a alguien, rasgar la ropa, los materiales escolares o perder dinero… Como adultos, debemos mantener los ojos abiertos para detectar los primeros síntomas del acoso y actuar antes de que desaparezca. Aquí puede aprender cómo identificar a las víctimas y los perpetradores de la intimidación.

Cómo luchar contra el acoso escolar


Guía para padres sobre el acoso escolar: ¿Qué sucede si mi hijo está siendo intimidado?
Como padres, enterarnos de que nuestros hijos son víctimas de bullying es un duro golpe. Nuestra primera reacción puede ser decirles a los niños que ignoren la situación o que se defiendan, el problema con este enfoque es que la persona acosada se siente inferior a la persona acosada. El daño psicológico infligido por el agresor impide que la víctima responda a sus propias defensas, siendo la actitud más común la pasividad o la evitación. Entonces, si sospecha que su hijo está siendo acosado, respire hondo y siga nuestros consejos.

Preste atención a su hijo y observe los cambios en su estado de ánimo y comportamiento. Veamos paso a paso cómo lidiar con el bullying de nuestros hijos:

Escuche a su hijo y asegúrele que tiene derecho a sentirse seguro y feliz y que no es culpa suya que lo acosen: evite pedirle que se defienda, al menos directamente. Empatiza con él, siente sus miedos, su vergüenza y no lo dejes hacer cosas para las que no está preparado.
Tome nota de las fechas, lugares y hechos que le dice.
Dile que estás ahí para él y pregúntale cómo cree que puedes ayudarlo.
Explíquele a su hijo la diferencia entre «reportar» y «decir o pedir ayuda»: la primera opción es para meter en problemas a un compañero de trabajo, mientras que la segunda opción le permite proteger a una persona.
Mejora la autoestima de tu hijo diciéndole y señalándole todas las cosas que hace bien.
Pida hacer citas con los maestros de su hijo y los líderes de la agencia para averiguar si están al tanto de la situación: dígales lo que sabe y pregunte qué hará la escuela.

Enseñe a su hijo a responder al acoso: Los acosadores tienen poder, les gusta sentirse superiores y crear miedo. Si le enseña a su hijo a minimizar el impacto del acoso sobre él (al menos en presencia del acosador), es posible que se canse de molestarlo. Por ejemplo, si un matón o acosador se acerca a su hijo para insultarlo, su hijo puede decirle que sus bromas realmente ya no divierten a nadie y que es hora de que encuentre otra cosa que hacer y se aleje. Esta indiferencia puede ayudar a eliminar situaciones de acoso.
Comuníquese con los dos oficiales de policía asignados a la escuela de su hijo para que puedan estar al tanto de situaciones que puedan ocurrir fuera del horario escolar.
Si el acoso implica acoso sexual o físico o uso de un arma, acude a una comisaría.
Cerca de la Sociedad Española para la Prevención del Acoso Escolar:

  1. Ve a la comisaría si el bullying implica acoso sexual o agresiones físicas o con un arma.
  2. Acércate a la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar: allí te informarán qué pasos puedes seguir, te acompañarán a la institución escolar si así lo deseas y te informarán qué más puedes hacer para ayudar a tu hijo.

Así afecta psicológicamente, por norma general, a los diferentes perfiles una situación de bullying:

Víctimas

  • A corto plazo, o cuando comienza el acoso, aparecen las emociones negativas (irritabilidad, enfado, nerviosismo, tristeza…), baja autoestima, miedo y rechazo a ir a clase, aislamiento social y evitación de situaciones en las que tenga que relacionarse con iguales, bajada del rendimiento escolar y de la concentración.
  • A medio plazo, cuando ya se llevan varias semanas/meses en la misma situación, además de lo ya mencionado pueden empezar a aparecer síntomas de depresión y ansiedad, problemas de sueño (insomnio, pesadillas…), conductas autodestructivas (descuido de la alimentación, fugas de casa, autolesiones…), riesgo de convertirse en una víctima reactiva, ideación suicida (incluso intentos de suicidio o materialización del mismo).
  • A largo plazo (en la edad adulta, por ejemplo), cuando ya ha terminado la situación de acoso, pueden llegar a presentar trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y trastornos de ansiedad, etc.

Todo esto sin tener en cuenta las particularidades que puede tener cada caso.

Acosadores

  • A corto plazo, mientras ocurre la situación de bullying, presentan un bajo nivel de empatía e insensibilidad ante los problemas o el dolor de los demás, bajo rendimiento académico y más probabilidades de abandonar precozmente los estudios, alta impulsividad y reactividad, falta de control de la ira, baja tolerancia a la frustración, posibles síntomas de depresión y dificultad para entablar amistad con sus compañeros.
  • A largo plazo, en la edad adulta, cuentan con más probabilidades de abuso de sustancias (drogas, alcohol…), conductas antisociales, comportamientos delictivos y violentos. Además, los estudios señalan que muestran alta tendencia al psicoticismo (Mynard y Joseph, 1997; Slee y Rigby, 1993).

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