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Síndrome del compañero de piso: la llama que se apaga tras la convivencia

La dependencia emocional en las relaciones románticas es un tema ampliamente discutido. No cabe demasiada duda: un alto grado de interdependencia puede ser perjudicial para la pareja a largo plazo, así como para las demás relaciones sociales de cada uno de los miembros de la misma. Muchas parejas tienen miedo al compromiso, y uno de los pasos más significativos en la relación es mudarse juntos. El síndrome del compañero de piso en psicología se refiere a esto, cuando las parejas viven juntas y se comportan más como compañeros de piso que como compañeros con una vida amorosa.

Factores Causales

Existen múltiples factores que pueden dar lugar al síndrome del compañero de piso, y en cada relación puede manifestarse de diversas maneras. Algunas de las causas más comunes son:

Deficiencia en la comunicación
La comunicación es un pilar fundamental en cualquier relación, tanto en la convivencia como antes de ella. No obstante, al avanzar a una nueva etapa, la dinámica cambia, y el simple hecho de hablar sobre lo que nos incomoda, preocupa o molesta, puede ser crucial para la evolución de la relación.

Pérdida de la chispa inicial
La sensación de enamoramiento y emoción de los primeros meses de la relación tiende a desvanecerse con el tiempo. Es normal no sentir lo mismo que al inicio, lo cual no significa estar menos enamorado. No obstante, es crucial mantener viva la chispa, ya que, una vez apagada, es difícil reavivarla. En tales casos, un psicólogo especializado en terapia de parejas puede ser de gran ayuda.

Conflictos sin resolver
Cuando los conflictos no se resuelven y se opta por ignorarlos, esto puede ser sumamente perjudicial. Estos conflictos no resueltos tienden a resurgir repetidamente, impidiendo el progreso como pareja. Durante la convivencia, es más probable que estos problemas emerjan, generando malestar y distanciamiento.

Falta de tiempo compartido
Al comenzar a convivir con la pareja, se suele pensar que se pasará más tiempo juntos, pero la realidad puede ser distinta. Las demandas laborales y otros compromisos pueden limitar el tiempo libre disponible. Ver a la pareja en casa puede llevar a no hacer planes juntos y a dejar de lado la vida social.

Expectativas divergentes
Con el paso del tiempo, las parejas van definiendo el futuro que desean construir juntas. La convivencia representa un paso significativo, pero planificar el futuro puede revelar diferencias y generar frustraciones. Aunque las opiniones puedan ser dispares, siempre es posible encontrar soluciones para seguir adelante.

¿Cómo evitarlo una vez inmersos en esta dinámica?

La respuesta es tan evidente que casi parece innecesario escribirla: «el antídoto contra este patrón es volverse hacia el otro». No tener miedo a depender un poco del otro. De sus caricias. De sus abrazos. De su escucha activa cuando estás pasando por un mal momento o cuando estás lleno de entusiasmo. De su deseo sexual. De su pasión. Y si no te lo proporciona, si ya no quiere ofrecértelo a pesar de que lo solicites, la solución no es volverse hiperindependiente dentro de la relación, sino buscar una que sí te ofrezca lo que necesitas. Y lo mismo en sentido inverso. Dejar de esconderse en sus caparazones. El amor implica comunicación, confianza y vulnerabilidad.

Generalmente, al llegar cansado del trabajo, es común preferir cenar y dormir, posponiendo la intimidad necesaria en la relación. Es esencial gestionar y distribuir adecuadamente el tiempo para satisfacer todas las necesidades personales y de pareja.

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