A veces tenemos concepciones acerca de las relaciones de amor equivocadas. Tu relación sentimental puede estar basada en tener un vínculo por temor a ciertos pensamientos equivocados, el deseo sexual, la influencia del trauma o la sensación de soledad. La soledad en sí misma puede surgir por diversas razones, como la falta de experiencia a estar solo, la tristeza durante los momentos sin compañía o la presión social que insinúa que algo está mal si no tienes una pareja a cierta edad. Pero, ¿cómo puedes determinar si estás en una relación debido a la soledad en lugar del amor genuino?
Mark Travers, un psicólogo estadounidense sugiere en un artículo de Psychology Today tres señales claras y esenciales a las que debes prestar atención.
La primera de ellas es la sensación de que no puedes ser auténtico dentro de la relación. Esto ocurre porque tienes un temor abrumador a volver a sentirte solo, lo que lleva a que todas tus acciones se enfoquen en mantener la relación en lugar de disfrutar verdaderamente del tiempo que compartes con tu pareja. Te vuelves hipervigilante, te autocensuras y te sientes constantemente preocupado por no cometer errores que te hagan enfrentar la soledad nuevamente.
El segundo síntoma hay que analizarlo fríamente y ver que si necesitas estar en constante compañía para ser feliz, y que la simple idea de no tener a alguien a tu lado, te deprime profundamente.
El tercero, «los celos ocasionales en las relaciones son normales y pueden ser considerados como una fuerza positiva que nos recuerda a las parejas que no deben dar por sentado su relación. Sin embargo, los celos intensos a menudo tienen sus raíces en la falta de confianza en la otra persona, impulsados por el miedo a la soledad. Este tipo de vínculo no es relajado ni auténtico; más bien, se basa en nuestras necesidades psicológicas para sentirnos completos sin la presencia de alguien más. Es importante reconocer y abordar estas carencias para construir una relación más saludable.»
Además de estas señales, estos son otros síntomas en los que tu relación se basa a la costumbre y el miedo a la soledad:
1.Sabes que estás en una relación que no es del todo satisfactoria pero continúas estando ahí. Piensas que si terminas con esa persona te puedes equivocar o no sabes si dejándolo haces lo correcto, por si te arrepientes.
2. Llevas tiempo planteándote terminar la relación. Te aterra el pensar en como enfrentarte a una ruptura amorosa, qué vas a hacer después y qué hará la otra persona.
3. Te preguntas una y otra vez: ¿qué pasa si nunca vuelvo a encontrar a alguien que me quiera así? Piensas que ya no vas a tener eso con otra persona. También romper con una pareja suele ser sinónimo de romper con la estabilidad, ya que por muy intermitente que fuera el otro como punto de apoyo en nuestras mentes no dejábamos de contar con él para nuestros proyectos. Proyectos que en parte pueden haberse roto con el fin de la relación, otros sobrevivirán pero los haremos con otras personas o en soledad. Pero la realidad que de repente puede llegar alguien que te hace vivir una vida como si la anterior no hubiera existido.
4. Te da pereza conocer gente nueva, te aferras al dicho «mejor malo conocido que bueno por conocer». Los cambios siempre generan incertidumbre porque conllevan riesgos, una decisión que altere el rumbo de las cosas trae siempre recelos y reticencias. Según esta sentencia, lo nuevo no necesariamente será mejor o más conveniente que lo anterior y, por lo tanto, no vale la pena cambiar sino acomodarse a aquello que ya tenemos y conocemos. Pero hay otro dicho «quién no arriesga no gana» el cual sirve para afrontarte a las cosas y ser valiente para empezar con los cambios.
5. Vas encadenando una relación tras otra. No te das el tiempo y espacio necesario para estar a solas contigo mismo durante un tiempo, y así verías que es lo que quieres realmente. Hay que aceptar que después de cada ruptura hay un proceso de duelo, porque ha habido una pérdida. Se repiten patrones: cuando estás con la nueva pareja esta llena el vacío que dejó la anterior, pero en los momentos que estás sin ella reaparecen los sentimientos de tristeza y soledad. Esto indica que la herida de la relación anterior está abierta. Por lo que hay que dejar un tiempo para sanar.
6. Crees que si lo dejas, sentirás que has fracasado. Y eso te da mucho miedo. La salida de una relación suele ser un momento de sentimientos encontrados. No es la relación lo que fracasó. Fracasa la idea que teníamos en nuestra mente de lo que iba a ser esa historia, fracasa la película que antaño construímos sobre todo lo que íbamos a vivir, sobre cómo seríamos, sobre nuestra eterno viaje en común, siempre de la mano hasta el último de nuestros días. Fracasa la idea de la relación perfecta, la familia perfecta y la vida perfecta. Y es que entendemos como perfecto aquello que encaja con el molde de nuestros deseos y olvidamos que en la vida la última palabra no la tenemos nosotros. La relación no fracasa; simplemente termina, acaba, tiene un final. Exactamente igual que termina y acaba todo lo que nos rodea y está vivo. Por ello, lo que más nos ayudaría a avanzar y evitaría que quedáramos atascados y destruyéndonos ante cada pérdida, es entender que cada experiencia que vivimos lleva implícito un aprendizaje de valor incalculable y que, si averiguamos cuál es, nuestra vida puede cambiar para siempre.
Tras estos golpes indeseados de la vida, aprendemos, tenemos la oportunidad de crecer, de hacernos más fuertes, más maduros y más compasivos.
